Golgota – Dani Font

“Gólgota” es el nombre hebreo de la montaña del Calvario, en cuya cima crucificaron a Jesús. Su subida a su cima, con la cruz a cuestas, es un episodio crucial, dramático y ético al mismo tiempo de una transcendencia, para los cristianos, fundamental. “Gólgota” es también una propuesta escultórica que nos sorprende.

No nos encontramos delante de unas piezas que nos remitan, al primer vistazo, a los tópicos aspavientos y folclorismos propios de las representaciones de este episodio. No encontramos grandilocuencias, no encontramos gestualidades teatrales, no encontramos excesos formales ni materiales, no encontramos altavoces que amplifiquen los vacíos.

Encontramos otra manera de mirar las cosas. Encontramos una mirada sincera, encontramos un acercamiento respetuoso, encontramos la materialización oportuna para un discurso con múltiples facetas.

Con una preocupación evidente para situar la reflexión por encima del espectáculo, Morera se impone un conjunto de criterios y los ejecuta sin concesiones; no matar las aristas; prescindir de todo esteticismo; sobriedad rigurosa; equivalencia entre fondo y forma; participación determinante del espectador; ocupación del espacio desde la materia y su sombra.

Así, obtiene una serie de pequeñas piezas, de volumen cúbico, donde es tan importante su parte material – que deviene abstracta – como la proyección de sus sombras – que deviene reconocible. La carnalidad y la espiritualidad; lo tangible y lo intangible. En la mirada intransferible del observador nace una nueva realidad. Tan indispensable es la luz como la voluntad de querer ver.

Alejándose de efectos escenográficos, Morera nos habla de la importancia de la mirada; nos incita a buscar otras maneras de ver, para descubrir mas allá de la materia una realidad no palpable; nos propone compartir una globalidad trascendente.

Y en esta andadura, Morera no pierde ninguna de las emociones que el camino del Calvario nos provoca. La aspereza, la angustia, la terrible sencillez, la inexorabilidad del fin, la trascendencia, la no gratuidad. Pero sobre todo nos remarca, con sus juegos de vacíos y materia, con sus figuras inexistentes que se crean formando su propia sombra, que la importancia de la cruz no radica en ella misma, sino en su proyección. La cruz no es un hito para la muerte; es un medio para la vida.

DANI FONT

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